Un mes de Quibi, o cómo fracasar con una gran idea
El servicio de streaming de los capítulos de 10 minutos está en problemas. Además, Black Mirror, BJ Novak, Amazon+Hulu.
La propuesta de Quibi era, al menos, original: un servicio de streaming que funciona exclusivamente en celular, con capítulos de 10 minutos o menos, diseñado para poder verse en orientación horizontal o vertical.
Un mes después del lanzamiento, Quibi no sólo es un fracaso de dos mil millones de dólares, sino que su contenido rompe cada una de las reglas que hacían tan original al servicio.
En la entrega de hoy, repaso estos 30 días nefastos en los que el titán del entretenimiento Jeffrey Katzenberg demostró, una vez más, que en esta industria nadie sabe nada.
ADEMÁS: Una gran serie de Hulu se verá en Latinoamérica a través de Amazon, Black Mirror no tendrá sexta temporada en el futuro cercano, nueva antología de FX y tráiler de una miniserie prometedora de HBO.
Quibi: una masterclass de incompetencia
Quibi cumplió ayer su primer mes, y no es una exageración decir que no sólo es uno de los más grandes fracasos de la breve historia de los servicios de streaming, sino una de esas historias que se usarán de remate en la industria de la tecnología: “bue, nos fue mal, pero al menos no somos Quibi.”
El mes pasado escribí (con entusiasmo) sobre la filosofía de Quibi y su catálogo de lanzamiento. El concepto era simple: un servicio tipo Netflix pero exclusivo para celular, con series de todos los géneros (pero solo contenido original), y capítulos de 10 minutos que a través de una tecnología llamada Turnstyle podían verse en formato horizontal o vertical y cambiar la orientación en cualquier momento.
El primer problema fue inevitable. Quibi es un servicio pensado para llenar tiempos muertos del día con entretenimiento breve. Un capítulo de 10 minutos en el subte, otro mientras esperás que se caliente la comida en el microondas de la oficina, otro en la sala de espera del dentista y otro en el viaje de vuelta. Experiencias que pocos habitantes del planeta vivieron en abril.
Quibi, entonces, tuvo que hacer exactamente lo que no quería y competir con Netflix, Disney+, y todos los servicios tradicionales. Y a pesar que desde la primera semana prometieron que iban a sumar una forma de transmitir el contenido al televisor, eso todavía no pasó. La única forma de ver Quibi es en celular, y por lo tanto la experiencia de ver su contenido está limitada a una pantallita que ni siquiera se puede compartir con los que te acompañan en cuarentena.
El lanzamiento no fue fatal. Las consultoras independientes App Annie y Sensor Tower midieron una buena cantidad de descargas de Quibi en su primer día de disponibilidad. Las dos empresas calculan entre 300.000 y 700.000 descargas en ese lunes seis de abril, y la ejecutiva Meg Whitman asegura que en la primera semana se llegó a 1.700.000, sumando un millón más en los siguientes 15 días.
Sin embargo, estos números no se condicen con la información disponible. En la App Store de iPhone, por ejemplo, la aplicación había salido de la lista de las 50 más descargadas a los pocos días del lanzamiento, a pesar de haber lanzado en el puesto número 3. Hoy está más cerca del puesto 100, y en constante descenso.
En Estados Unidos, Quibi salió con una omnipresente campaña publicitaria, pero después del lanzamiento estos servicios dependen de la viralización y el boca en boca, dos áreas en las que tuvo dificultades.
Por cuestiones de derechos de autor, el servicio no permite tomar fotos de lo que uno está viendo, y por lo tanto es imposible compartir los mejores momentos de series tan extrañas como Floored y Dishmantled en redes sociales. En realidad esto pasa con todos los servicios, pero Netflix, Disney+ o Prime Video se pueden reproducir en una PC, donde las restricciones para capturar imágenes son menores.
El único momento que viralizó de Quibi está grabado de la pantalla del celular de alguien que no puede creer lo ridículo que es lo que está viendo: un extracto de la serie de terror 50 States of Fright de Sam Raimi en la que un personaje está obsesionado con su brazo de oro (siendo justos, el tono de la serie está entre lo grotesco y lo cómico.)
El tema de los derechos no es menor, en especial para un servicio como Quibi, que desde el día uno ha estado metido en problemas legales.
Días antes del lanzamiento, la empresa israelí Eko demandó a Quibi, alegando que la tecnología Turnstyle (la que permite pasar de horizontal a vertical) está copiada de una de sus patentes. La demanda pareció quedar en el aire ya que en este momento el poder judicial de Estados Unidos se está limitando a lo esencial, pero la semana pasada Eko anunció que habían recibido una inversión del poderoso fondo financiero Elliott Management para continuar el proceso legal.
Quizás por la paranoia relacionada con la demanda de Eko, el equipo legal de Quibi se volvió celoso de su marca, y en marzo envió una carta documento a Quibiverse, el único podcast dedicado al servicio, intimándolos a cambiar su marca y su logo.
Fue una reacción violenta a un espacio independiente que no tuvo otra opción que cambiar su nombre a Streamiverse y relanzar (con envidiable sentido del humor) como “un podcast enteramente basado en la venganza” que se dedicó a hablar pestes sin culpa de Quibi. La prensa de tecnología levantó la noticia y el mismo Jeffrey Katzenberg, CEO del servicio, dio una divertida entrevista a Streamiverse. Pero el daño estaba hecho.
Después del lanzamiento llegó una segunda acusación, de una empresa menos poderosa que Eko, pero que tuvo un impacto directo en la imagen de Quibi como proveedor de contenido.
Memory Hole es uno de los pocos programas del lanzamiento que recibió aprobación unánime por parte de la prensa especializada, una serie cómica de cinco minutos con Will Arnett que analiza videos bizarros de los ‘80s y ‘90s. El problema es que el formato es casi idéntico al de un canal de YouTube del mismo nombre fundado en 2014 por el colectivo artístico Everything is Terrible. Hasta la gráfica está calcada.
Otras empresas han sobrevivido sacudones peores. Quibi tiene una inversión de casi dos mil millones de dólares, y puede esperar que pasen todas estas tormentas. Las demandas, la pandemia, el bajo interés del lanzamiento, las limitaciones técnicas, la mala prensa. Todo es agua bajo el puente si el contenido es bueno.
Pero el contenido no es bueno.
Con excepciones como, irónicamente, Memory Hole, la calidad de la mayor parte del contenido de Quibi es inferior al de cualquier servicio de streaming, y en algunos casos no supera el nivel medio que logran canales gratuitos de YouTube.
Las series dramáticas (o “películas en capítulos” como Katzenberg las describe) son el contenido que Quibi decide promocionar como “premium”, pero es evidente que para producirlas se utilizaron guiones cinematográficos fragmentados en puntos que parecen elegidos al azar.
Survive con Sophie Turner se toma cuatro capítulos (de 12) antes de presentar su premisa narrativa. La comedia Flipped se desinfla en sus últimos episodios para ofrecer un gancho forzado para una segunda temporada. La serie más popular del servicio, Most Dangerous Game con Liam Hemsworth, gasta su primera media hora en flashbacks que poco tienen que ver con el tráiler.
Los realities y documentales que conforman el nivel medio del servicio incluyen las propuestas más interesantes. Pero aún así, proyectos como la excelente investigación de Run This Town o la inspiradora historia de la escuela primaria fundada por Lebron James I Promise parecen diseñados para ser películas de 90 minutos.
El atractivo de series de diez minutos de Quibi parecía estar en los conceptos más originales, pero casi sin excepción, el formato se agota desde la primera emisión. Los delirantes concursos Dishmantled y Floored pasan tan rápido que es difícil encontrar diferencias entre cada entrega. La parodia de shows jurídicos estilo Caso Cerrado de Chrissy’s Court no se sostiene ni con el carisma infinito de su presentadora la “jueza” Chrissy Teigen.
Pero los que más sufren son los “Daily Essentials” (esenciales diarios), programas de poco más de cinco minutos que buscan resumir las noticias del día. La mayoría están grabados desde el hogar de los presentadores, lo que hace que sea imposible marcar una diferencia con un buen video de YouTube, y al menos por ahora parecen no saber a qué público apuntan.
Mientras algunos de estos “esenciales” se sostienen por el profesionalismo de sus equipos (Around the World with BBC News es excelente), otros como Polygon Speedrun (dedicado al gaming) no saben si están apuntados a un público neófito o a conocedores del tema. Hasta los programas de farándula de E! News y TMZ pierden valiosos segundos explicando relaciones y dramas que cualquier seguidor de farándula conoce de memoria.
La prensa especializada huele sangre, y los artículos sobre el contenido de Quibi han sido particularmente venenosos.
La sección de televisión de The Guardian fue lapidaria, declarando el día de lanzamiento que “no le queda mucho tiempo a Quibi en este mundo”. Wired fue un poco más generosa en su apreciación pero tampoco predijo un futuro venturoso para el servicio. El medio Vulture, de New York Magazine, publicó una crítica simplemente titulada “Seh, Quibi es malo.”
A pesar de que la mayoría del contenido de Quibi se sienta mediocre, algunas de las series tuvieron buena repercusión. La increíblemente explícita Dummy con Anna Kendrick recibió críticas positivas, al igual que el reality de cocina The Shape of Pasta y la secuela de la comedia de culto Reno911, estrenada hace cuestión de días.
Lamentablemente, la generosa oferta inicial de 90 días gratuitos ya no está disponible. Actualmente hay un período de prueba de dos semanas que basta y sobra para ver lo poco que se destaca del servicio, aunque tarde o temprano las mejores producciones de Quibi se podrán ver por otros medios.
El servicio no produce ninguna de sus series originales. El contrato con las productoras indica que a los dos años de que se vean en Quibi pueden venderlas a otros canales o servicios de streaming, editadas en formato de película (lo que explica por qué no se alejan mucho de esta estructura). No sería raro que una Netflix estrene en 2022 versiones completas de thrillers que parecen diseñados para este formato como #FreeRayShawn o la excelente The Stranger, de la creadora de The Killing.
En enero los ejecutivos del servicio dieron una entrevista al medio de tecnología The Verge con el entonces optimista título de “Quibi contra el mundo”. En esa ocasión quedó clara la división de las tareas. Katzenberg (veterano de Disney y Dreamworks) sería el encargado de elegir y desarrollar el contenido mientras que después Whitman analizaría los datos de visualización para decidir qué veía el público de Quibi, cómo, y cuándo.
Pero el vector más interesante es “cuánto”. Al buscar cada una de estas series en redes sociales los resultados parecen sugerir que el interés del público es nulo, con la excepción de series “prevendidas” como el talk show Cup of Joe, de Joe Jonas.
La semana pasada Quibi subió a su canal de YouTube los primeros capítulos de sus series de mayor perfil, y a pesar de nombres tan conocidos como los de Hemsworth o Kendrick, estos episodios solamente rondan las 10.000 visualizaciones.
Quibi tiene suficiente contenido como para seguir hasta fin de año sin grabar nuevas series. Parece difícil que puedan remontar este inicio, pero de a poco se está levantando la cuarentena en Estados Unidos, su mercado principal. Un relanzamiento agresivo parece estar en los planes.
Black Mirror no tendrá una sexta temporada, al menos por ahora. Charlie Brooker, creador de la serie, considera que no es momento para distopías. No tiene ganas de escribirlas y está seguro de que vos no tenés ganas de verlas.
Los que solo conocen a Brooker como autor de esta serie quizás no sepan que empezó su carrera como escritor cómico, columnista y ácido presentador de la serie Screenwipe de la BBC (un resumen de medios estilo TVR). El próximo programa de Brooker será, justamente, un especial de esa serie dedicado a la cobertura de la pandemia llamado Antiviral Wipe. Se estrena el jueves 14 en BBC Two y en el servicio iPlayer.
Pero si lo que realmente extrañás de Black Mirror es ver historias extrañas protagonizadas por grandes actores, FX tiene algo para vos. El canal (propiedad de Disney, que streamea su contenido a través de Hulu) acaba de comprar una antología de unitarios creada por B.J. Novak, ex guionista, director y actor de The Office (donde hacía de Ryan) que publicó varios exitosos libros de cuentos en los últimos años.
Como Black Mirror, esta colección de historias cortas pasará de la comedia al drama. Los dos primeros episodios, ya grabados, tienen como protagonistas a Lucas Hedges y Jon Bernthal. El título original de la antología era Platform, pero Novak adelantó que cambiará de nombre. Aún no hay fecha de estreno.
Y si leíste FX y, como yo, gruñiste porque nunca sabés cuándo se van a estrenar esas series en nuestra región, tengo una buena noticia.
La relación de Amazon y Disney continúa viento en popa, y el servicio de streaming Prime Video acaba de licenciar la excelente miniserie Little Fires Everywhere, original de Hulu, para distribuir en distintas regiones, incluyendo Latinoamérica. Hulu no empezará su proyección internacional hasta 2021, y hace unos meses Disney integró los catálogos de este servicio y su recién comprado canal de cable FX.
Little Fires Everywhere, que aún no tiene fecha de estreno, es uno de los proyectos más grandes de Hulu de 2020, y es una suerte que esta serie se vaya a poder ver de forma masiva. Esperemos que sea parte de una sociedad que nos permita ver pronto otras producciones de este servicio como The Great y High Fidelity, además de los originales de FX como Devs, Dave y Mrs. America.
El tráiler de hoy es de una serie documental del género de moda: el crimen verdadero. La diferencia es que esta historia no está centrada en el asesino (el “Golden State Killer”) sino en Michelle McNamara, la mujer que pasó los últimos años de su vida investigándolo de forma obsesiva. Se llama I’ll be There in the Dark y es de Liz Garbus (Bobby Fischer Against the World, What Happened Miss Simone?). Se estrena el 28 de junio.
Quibi estaba destinado para verlos en ratos muertos del día a día, tipo en el bondi o el tren como escribiste vos, lastima que haya visto la luz en plena cuarentena fue una pésima jugada, una lástima porque era algo diferente.
Por otro lado, me alegra que -por ahora- Black Mirror no siga, desde que la produce Netflix cayó en picada la calidad, no digo que sea mala, para nada, pero las primeras eran tan tan buenas que dejaron la vara muy alta. Gracias por el boletín, Fichi!