Quibi: funciona en Argentina, es gratis (por 90 días) y tiene subtítulos en castellano
¿Todavía no sabés si te interesa? Leé mi análisis del más original servicio de streaming. Además: Disney crea en cuarentena, Fleabag en vivo, ranking de VOD.
Si hay algo que realmente no necesitábamos, era un servicio de streaming más. No hay forma de que veamos las 500 series que se estrenan por año, y ya estamos sobrecargados de aplicaciones y (en especial) de suscripciones.
Pero la propuesta de Quibi es distinta. No busca competir con Netflix sino ofrecer una alternativa un poco más nutritiva a las horas que perdemos en YouTube, Instagram y Twitter. Una aplicación de celular que tiene el potencial de convertirse en un fenómeno.
Pasé 24 horas jugando con el servicio y aunque el contenido no me convenza del todo creo que es algo que cualquiera que esté interesado en la nueva tecnología tiene que probar.
ADEMÁS: las animaciones de Frozen en cuarentena, Fleabag en vivo, un Hemsworth en Netflix y un ranking de Video on Demand.
24 horas en el mundo de Quibi
Ayer fue el lanzamiento de Quibi, el servicio de streaming (creado por el fundador de Dreamworks y salvador de Disney en los ‘90s Jeffrey Katzenberg) que tiene tres reglas claras: los episodios de sus series solo se pueden ver en celular, duran un máximo de 10 minutos, y están diseñados para verse en orientación horizontal o vertical. El servicio se estrenó con 50 series exclusivas, tres horas diarias de contenido fresco, y el período de prueba más generoso del mercado: 90 días gratis.
Todo esto se sabía antes del lanzamiento, pero la sorpresa fue que la aplicación estuvo desde el primer día habilitada para usarse en todo el mundo. Se puede descargar de Google Play y la App Store en cualquier país, la suscripción no requiere un número de tarjeta de Estados Unidos, y la calidad y velocidad del streaming es tan alta como en su país de origen. Ah, y todas las series tienen subtítulos en español.
El gran problema, claro, es el precio: cuando esos 90 días terminen, habrá que pagar cinco dólares por mes para ver el servicio con comerciales, o la excesiva cifra de ocho dólares para verlo como vemos Netflix. Sin precios localizados, aún la versión más barata resulta más cara que servicios como Amazon Prime Video o el plan básico de la gran N.
Pero por ahora no hay que preocuparse por eso, aunque después de 24 horas con Quibi, dudo mucho que alguien quiera pagar más de 500 pesos argentinos por esta colección de series competentes y realities simpáticos que es más interesante por su potencial que por su calidad actual.
Empecemos con la parte técnica. La aplicación hace bien lo que tiene que hacer. El video en HD es tan fluido y detallado como ver Netflix en celular, y el cambio de horizontal a vertical toma solamente un segundo. Los tiempos de carga por episodio son mucho menores que los de Netflix, y aunque la aplicación en sí se siente un poco más ligera que la de este servicio, Prime Video y en especial HBO Go, el consumo de batería es mayor.
Y antes de que preguntes: no, no se puede ver en un televisor, ni siquiera por Chromecast. La única alternativa que encontré fue verlo en la versión de Android para Chromebooks y quizás a través de un emulador tipo Bluestacks en una PC.
Está claro que en términos de diseño el modelo es Instagram, ya que hay un esfuerzo por parte de Quibi de crear una aplicación simple pero elegante que permita encontrar de forma intuitiva los programas que uno busca o que marcó como favoritos. El diseño de las miniaturas de cada serie es atractivo, vendedor, colorido. Si algo van a copiar los demás servicios, seguramente sea la sensación de variedad que provoca navegar por estos menús tan bien ordenados.
Quizás el mayor error de Quibi sea el de prohibir al usuario tomar fotos del contenido. Un servicio que busca competir con las aplicaciones que nos roban minutos del día debería entender lo importante que es que sus mejores momentos puedan ser compartidos en Twitter, Instagram y Whatsapp.
El contenido está dividido en tres categorías. La más poblada es la de “Daily Essentials” o “esenciales diarios”, pequeños noticieros de distintos temas que van desde la política internacional hasta farándula y videojuegos.
Lo más interesante de esta categoría es la estructura de cada uno de los programas. Son los más cortos del servicio (4 a 7 minutos) y los que compiten directamente con los videos de noticias y reacciones de YouTube. La estrategia de Quibi es darle a cada uno de estos microprogramas el formato de un programa de 30 o 60 minutos, con secciones, menús, divisiones internas, graficación, corresponsales, y mucho material grabado.
Los daily essentials realmente se sienten como noticieros comprimidos, y aunque muchas de las noticias que se comunican terminan siendo más breves que un tweet, la sensación de “pantallazo” está bien lograda. Los mejores pertenecen a canales establecidos como la BBC o a los experimentados chismólogos de E! News, pero me sorprendió la pobreza de las propuestas de medios históricos como Polygon (gaming) y Rotten Tomatoes (cine y series). Mucho para mejorar.
En estos noticieros, el formato vertical resulta más natural que el horizontal. Cada uno de estos programas tiene un presentador que mira a cámara contándonos las últimas noticias, alternando con material editado previamente y graficaciones. Los que estén acostumbrados a pasar horas viendo historias de Instagram van a agradecer la inmediatez de un formato que permite ver un noticiero a la mañana con un café en la otra mano.
La segunda categoría es “unscripted”, series sin guión que incluyen documentales, realities, programas de concursos y experimentos inexplicables. La lógica de los daily essentials se repite, y cada entrega de 8 a 10 minutos se siente como un episodio completo de una serie, y no como un bloque de un capítulo de las Kardashian.
Los programas de concursos presentan participantes que compiten y se elige un ganador, mientras que los documentales se concentran en explorar un solo tema y las narrativas más episódicas tienen algo que contar en cada capítulo. Me sorprendió que los mejores de esta categoría son los más audaces y los más tradicionales, dejando en el camino todo lo que está en el medio.
Entre los tradicionales están Shape of Pasta, un programa de cocina a lo Anthony Bourdain, clásico y efectivo: buena comida, linda fotografía, narración emocionante. Fierce Queens es un pulido documental sobre temibles hembras de la naturaleza narrado por una entusiasta Reese Witherspoon, I Promise es una digna serie inspiradora con Lebron James, Nightgowns presenta espectaculares performances drag con Sasha Velour de Rupaul’s Drag Race, y la fascinante Run This Town cuenta una historia de crimen real de forma adictiva.
Y aunque los formatos resucitados de MTV (Punk’d y Singled Out) funcionan bien, mi favorito entre estos programas más clásicos tiene la onda de los grandes éxitos de VH1. Memory Hole es un viaje por la cultura pop más descartable conducido por el genial Will Arnett, que en 7 u 8 minutos comprime videos, comedia stand up, sketches, y mil gags visuales. Por mucho, lo mejor de Quibi.
Y por el otro lado, están las rarezas. Dishmantled es un concurso conducido por Tituss Burgess (la revelación de Unbreakable Kimmy Schmidt) en el que dos chef tienen que probar un plato y reproducirlo para un jurado. El giro es que el plato original se carga en un cañón que se dispara en las caras de los chefs, que deben identificarlo lamiendo, tocando y mirando sus restos. Gayme Show es un concurso en el que dos hombres heterosexuales compiten para ser la “Queen of the Straights”, y la extrañísima Nikki Fresh es una comedia sin guión a lo Larry David, con Nicole Richie en una versión exagerada de sí misma.
Los que no son ni locuras ni clásicos terminan siendo los menos interesantes. Tenía muchas esperanzas puestas en Chrissy’s Court, el formato estilo Caso Cerrado de Chrissy Teigen, que necesita un poco más de tiempo para que sus excéntricos personajes sean creíbles o al menos divertidos. La serie de Lena Waithe sobre zapatillas (perdón, “sneaker culture”) You Ain’t Got These es demasiado básica para conocedores sin convencer a los que, como yo, usan los mismos dos pares de Converse desde 2004. Y mejor ni hablar del experimento “caritativo” Thanks a Million de Jennifer Lopez.
Algunas de estas series, como Memory Hole, aprovechan el formato vertical, concentrándose en un presentador único y graficaciones bien diseñadas para esta orientación. Otras son inmirables.
La espectacular fotografía de Fierce Queens o Taste of Pasta se pierde por completo cuando se corta la imagen, Punk’d tiene paneos digitales bruscos y el muy interesante talk show Sexology with Shan tiene un formato de panel en el que siete participantes hablan desde un sillón imposible de capturar en una tira vertical.
En los de concursos, en cambio, el formato vertical permite concentrarse en el lenguaje corporal de cada participante, mientras que en la serie de Lebron se usan pantallas divididas para resaltar momentos grupales con primeros planos que hacen que nos identifiquemos aún más con sus protagonistas.
La última categoría de Quibi es “películas en capítulos”, que lamentablemente describe demasiado bien el problema de estas series con actores conocidos y presupuestos aceptables (léase: mucho más bajos de lo que estamos acostumbrados en Netflix, Amazon Prime o HBO.)
Los primeros cuatro estrenos fueron el thriller Survive (con Sophie “Sansa” Turner), el drama teen When the Street Lights Go On, la supuesta serie de acción The Most Dangerous Game (con Liam “el hermano de Chris” Hemsworth) y la comedia Flipped (con Will Forte y Kaitlin Olson), y es evidente que las cuatro nacieron de guiones de cine partidos en 8 o 10 capítulos, ya que tardan muchísimo en empezar y los cortes se sienten artificiales.
No es que sean malas. Las cuatro son competentes, pero sin ofrecer nada especial, al nivel promedio de un estreno de Netflix. Aún en la mejorcita, que es la delirante Flipped, recién al final del capítulo cuatro se entiende de qué se trata realmente. Media hora para plantear una premisa es normal en una película, mortal cuando el objetivo es atraparte desde el primer episodio de 10 minutos.
La que mejor funciona se estrenó el martes, y es la que más se entrega a lo episódico. 50 States of Fright es una serie de terror creada por Sam Raimi que planea contar historias autoconclusivas tipo Cuentos de la Cripta que recrean anéctotas y leyendas urbanas de los 50 estados de Estados Unidos.
La primera, “The Golden Arm” pertenece a Michigan. Está estructurada como una falsa historia real, dirigida por el mismo Raimi y protagonizada por Travis Fimmel y Rachel Brosnahan. Una historia en tres actos contada en tres capítulos de cinco a diez minutos, introducción, nudo y desenlace. Un poco ridícula, pero chiquita y efectiva.
Lo que resulta una revelación para el impacto emocional de estas series de ficción es el modo vertical, que lleva los primeros planos de los actores a 15 centímetros de tu cara y logra una inmersión total en lo que está pasando. El primer capítulo de The Most Dangerous Game, por ejemplo, es una simple conversación entre Christoph Waltz y Liam Hemsworth, que se vuelve atrapante porque sus rostros ocupan toda la pantalla. Cada gesto, cada mirada, cobra un valor adicional.
Series que en una pantalla grande resultarían mediocres, como Survive o When The Street Lights Go On, se benefician de haber sido filmadas dos veces: una pensando en el horizontal clásico de la pantalla de cine y otra en el modo vertical. El director Mark Pellington (del claśico video Jeremy de Pearl Jam) centra Survive en el expresivo rostro de una Sophie Turner en pleno colapso nervioso, haciendo que las tragedias de bajo costo que sufre su personaje se sientan en carne propia.
Por otro lado, se nota que 50 States of Fright y Flipped no fueron filmadas dos veces, sino que un editor “recortó” las versiones verticales de un original horizontal. La mitad de los gags de Flipped se pierden por completo, y momentos dramáticos del primer capítulo de 50 States pierden fuerza (aunque la claustrofobia resulta beneficiosa para las muertes horribles de los minutos finales.)
Si estas series durasen 45 o 60 minutos no habría forma de que se los dedique, pero después de pasar 24 horas con Quibi, entiendo el atractivo.
Sus programas están diseñados para ver un ratito antes de dormir, para esperar que se caliente la pizza en el hornito eléctrico, para el momento en que volvamos a viajar en transporte público, para un break entre tareas laborales. Buscan reemplazar (o complementar) los segmentos de 10 minutos del día que pasamos arrastrando Twitter o Instagram, viendo cualquier cosa en YouTube, leyendo un Top 10 de personajes secundarios de Friends o una excesivamente extensa newsletter sobre servicios de streaming.
Ayuda mucho que los capítulos nuevos salgan diariamente y no una vez por semana. En 10 días vamos a haber visto el final de temporada de cada una de estas series.
El lugar que (idealmente) ocupa Quibi es el de llenar un bache en tu día con una versión comprimida, light, de entretenimiento descartable. Está lejos de ser realmente bueno, pero está a la altura de las porquerías que se ven masivamente en Netflix. Survive no es peor que Toy Boy o Locke And Key. Run This Town es bastante mejor que Tiger King. Flipped es un poco más graciosa que The Kominsky Method.
Pero mientras Quibi no abrace del todo las cualidades únicas de la pantalla vertical y los capítulos de menos de 10 minutos, no va a encontrar una serie que se compare a lo mejor de esos servicios de streaming.
Con más de 50 programas y cientos de horas de contenido, estos 90 días de prueba tienen un objetivo claro: monitorear el comportamiento de una masa de espectadores lo más amplia posible. Quibi está recolectando datos a cada minuto. Qué serie vemos, hasta cuándo la vemos, cuánto tardamos en ver el capítulo siguiente y hasta cuánta atención le estamos prestando. Este Quibi, entonces, es una beta que se va a usar para construir una versión definitiva del servicio.
Y si lo evaluamos en esos términos, se puede decir que la tecnología impresiona mientras que el contenido a duras penas pasa la prueba. Katzenberg y su socia Meg Whitman tienen la inversión necesaria para seguir soltando contenido durante años. Ahora toca ver si pueden mejorar este digno primer intento.
CORTITAS: Frozen, Fleabag, VOD, Hemsworth
La premiada serie de Amazon Prime Video Fleabag empezó como una obra de teatro, más específicamente un unipersonal, que la actriz Phoebe Waller-Bridge “retiró” de las tablas en septiembre del año pasado.
Una de sus últimas presentaciones fue filmada por el equipo de National Theatre Live, y aunque hasta ahora era exclusiva de cines e instituciones educativas, se acaba de soltar en canales de streaming para recaudar fondos para la lucha contra el coronavirus. Por ahora sólo se puede ver en Amazon Prime Video de Estados Unidos pagando cinco dólares, pero de a poco se va a ir soltando en distintas regiones del mundo.
Como todos los lunes, se publicaron los rankings de alquiler de películas a la carta (video on demand), y al parecer el experimento de Universal de alquilar sus éxitos más recientes a 20 dólares está funcionando mejor que en los primeros días de la cuarentena. El Hombre Invisible sigue alto en los rankings a pesar de la llegada de tanques como Sonic y la última entrega de la serie Bad Boys, mientras que Warner llora porque Aves de Presa confirma su mal rendimiento y no logra entrar en el top 5 de los rankings de los servicios Amazon, Spectrum, iTunes o Fandango Now.
Las oficinas de Disney están cerradas y los animadores están haciendo cuarentena, pero eso no quiere decir que no sigan trabajando. Durante los próximos días la empresa lanzará micro cortos gratuitos llamados “At Home with Olaf” (en casa de Olaf), basados en el personaje de Frozen. El primero es esta belleza de tan solo 40 segundos dirigida por Hyrum Osmond.
Pero el tráiler de hoy es de Netflix y parece casi una mojada de oreja a Quibi. Mientras el nuevo servicio tiene a Liam Hemsworth en un thriller que tiene más charla que acción, la gran N presenta a su hermano más exitoso Chris en Misión Rescate, una superproducción dirigida por Sam Hargrave, el coordinador de dobles de riesgo del Universo Marvel (por eso las peleas se ven tan Capitán América.)
"Leyendo un Top 10 de personajes secundarios de Friends o una excesivamente extensa newsletter sobre servicios de streaming". Me reí con esa frase! Jajaja.
Me da pena lo de Aves de Presa, me gustó mucho, y tiene estilo propio, lastima me parece que la vendieron mal "Aves de presa" para el usuario común no dice nada, si le hubieran puesto "Harley Quinn y las Aves de presa" quizás la historia hubiese sido otra. Una pena.